Cuando hablamos de proyección profesional, estamos hablando, globalmente, de la dirección a la que queremos dirigir nuestra carrera. Buscamos la ayuda de la red para difundirnos. Lo cual es fundamental para definir nuestra marca personal y nuestro marketing personal. Al mismo tiempo, es importante tener clara la respuesta a la pregunta:
¿Hasta dónde quiero llegar?.
Aunque, la cuestión principal en que gira este tema debería ser:
¿Tenemos claro cuál es el impulso que deseamos para nuestra profesión?
Muchas veces tomar la decisión de: hacia dónde quiero dirigirme, resulta complicado. La especialización en un tema o aspecto concreto, puede implicar cerrar las puertas hacia otras oportunidades. En algunos casos, el retorno se torna difícil, complicado o imposible. No siempre, la renovación o regeneración no están a la orden del día.
En este escenario entra en juego un aspecto básico: NUESTRA VOCACIÓN.
Según RAE, dicho término, vocación, proviene de los vocablos latinos: vocatio, –ōnis, se conceptualiza como ‘acción de llamar’. Para nuestro interés lo resumiremos como la inclinación natural hacia una carrera o un estilo de vida. Además, añadiremos elementos de nuestro entorno, tales como aspectos psicológicos, socio-económicos, biológicos, geográficos, afectivos, familiares, y un largo etcétera.
Nuestra vocación es una expresión de la personalidad.
La vocación nos brinda ese toque que define nuestra individualidad. En consecuencia, condiciona nuestras capacidades creativas, volutivas, éticas, morales, motivacionales, cognitivas, axiológicas.
Nuestro grado de implicación, comportamiento y actitud es distinto en función del grado de gusto que le ponemos a la acción ejecutada. Define nuestro sentimiento de autorealización. La coherencia existente entre nuestra vocación y nuestro desarrollo profesional es vital. Es un aspecto que destaca y es imposible de ocultar. Somos un conjunto de un sin fin de elementos. Por todo esto, la vocación es fundamental para nuestra proyección profesional.
Después de haber definido nuestra coherencia entre profesión-vocación, el siguiente paso es tener claridad sobre cuáles son nuestros objetivos. Debemos definir qué es lo que queremos lograr, cómo deseamos diferenciarnos o definirnos. Es importante trazarnos un plan de acción para obligarmos a tener un proceso definido, un diagrama de acción para enfocar nuestras decisiones profesionales. Con ello, logramos marcar puntos de inflexión para medir la evolución en el camino para alcanzar nuestras metas.
El camino que nos tracemos debe responder a nuestros deseos y necesidades. Además, definir un proceso con elementos concreto y claro que nos lleven a la meta deseada, en tiempo y espacio.
Muchas veces asumimos que por vivir en la era digital, nuestra personalidad queda oculta. Asumimos que nuestra identidad digital es un mundo aparte a la realidad. ¡Concepto muy erróneo!.
Nuestras pequeñas actitudes nos delatan.
La relación entre nuestra proyección personal y profesional es una línea fina que debemos trabajar. En caso dado, nos hemos desviado, por muy difícil que pueda resultar, por muy complicado que parezca, por muy lejano que resulte el horizonte…
¡Es posible corregir el camino!
¿Estamos dispuestos a ello?
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